¿Qué le pedimos a la tecnología en un proyecto de medición de resultados en salud?

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El papel de la tecnología en la medicina basada en valor (value based healthcare – vbhc)

El análisis de los datos recogidos en el entorno clínico se lleva haciendo desde hace mucho tiempo, a través de iniciativas de Real World Data como registros de pacientes, estudios retrospectivos, prospectivos, observaciones, etc. De hecho, aunque el concepto de value based healthcare nace en la década de los 2000, la Martini Klinik, referencia mundial en el tratamiento del cáncer de próstata, aplica conceptos de medición de resultados desde mediados de los años 90.

¿Qué ha aportado la medicina basada en valor? En primer lugar, la incorporación de los resultados que importan al paciente y que él mismo reporta (PROMs y PREMs). Y por otro lado, la estandarización en la recogida de los datos, de tal forma que esto permita medir, comparar resultados y aprender entre los distintos actores.

Adicionalmente, la evolución tecnológica de los últimos años ha permitido un uso intensivo en la extracción y tratamiento de los datos clínicos, aportando una manera adicional de generar evidencia científica (Real World Evidence).

Pero no nos engañemos; la tecnología es sólo un facilitador: el Apolo 11 se envió a la luna con un procesador como el de los microondas actuales. Así pues, la tecnología es condición necesaria pero no suficiente.

¿Qué le pedimos a la tecnología de medición de resultados?

Primero, la protección del dato. Para ello tenemos normas y estándares como el Reglamento General de Protección de Datos (RGPD) y muy especialmente el Esquema Nacional de Seguridad (ENS) que nos garantiza una protección máxima de unos datos muy sensibles como son los de salud.

El Esquema Nacional de Seguridad, de aplicación a todo el Sector Público, así como a los proveedores que colaboran con la Administración, ofrece un marco común de principios básicos, requisitos y medidas de seguridad para una protección adecuada de la información tratada y los servicios prestados, con objeto de asegurar el acceso, la confidencialidad, la integridad, la trazabilidad, la autenticidad, la disponibilidad y la conservación de los datos, la información y los servicios utilizados por medios electrónicos que gestionen en el ejercicio de sus competencias. Desde su primer desarrollo en 2010 está en constante evolución con modificaciones notables en 2015 y su última actualización en 2022 (Real Decreto 311/2022).

El Esquema Nacional de Seguridad es de obligatorio cumplimiento para la Administración General del Estado, las Comunidades Autónomas y Administración Local, otras entidades del sector público (universidades, hospitales públicos, empresas públicas, etc), así como las empresas del sector privado que presten servicios a entes públicos y que traten información.

Mientras que la ISO 27001 se centra en las áreas de la confidencialidad, integridad y disponibilidad, el Esquema Nacional de Seguridad incorpora la dimensión de trazabilidad y la autenticidad.

En segundo lugar, un proyecto de medición de resultados debe ser interoperable, esto es, sistemas abiertos con vocación de globalidad en el ecosistema del proveedor de salud. Debe permitir el intercambio de datos con sistemas terceros (HIS, otros sistemas del hospital como imagen y laboratorio, así como administración pública, hospitales, etc). Y debe contemplar la estandarización de los datos recogidos.

El tercer punto, es la automatización en la recogida del dato. El dato se debe extraer de su fuente natural (por ejemplo, el dato clínico debe cumplimentarse en la historia clínica y de ahí volcarse si fuera necesario en el sistema de medición de resultados). De esta manera, se evitan la duplicidad en la entrada del dato (no generar más trabajo del necesario), minimizar errores y el control de rangos admisibles, probables e imposibles.

Los retos a los que nos enfrentamos en la captura del dato, se resumen en:

  • CROM:
    • Que el dato no esté en la historia clínica.
    • Que la historia clínica no esté normalizada.
  • PROM y PREM
    • Tasa de respuesta del paciente.

Y en cuarto lugar, y por último, es necesario cumplir con los estándares y procedimientos del área de TI del proveedor de salud: ¿cómo y quién va a acceder a los sistemas? ¿a dónde van los datos? Aquí en fundamental la confianza en el proveedor, la tecnología y su experiencia.

El valor está en el dato

¿Y qué hacemos cuando ya tenemos los datos ingestados? Hay una frase atribuida a Picasso que dice que los ordenadores son tan inútiles que sólo saben dar respuestas. Por ello, la clave está en las preguntas inteligentes y el conocimiento que seamos capaces de extraer de los datos:

  • Analítica descriptiva: distribución por variables demográficas, pacientes por profesional sanitario, tratamiento, etc.
  • Benchmarking: comparativa entre profesionales sanitarios, servicios, centros, etc.
  • Clusterización: agrupación estadística de pacientes en distintos niveles de salud en función de su estado.
  • Identificación de variables explicativas: variables del tratamiento que mejoran el resultado clínico y el reportado por el paciente.
  • Rendimiento del médico: medición de los resultados obtenidos frente a los esperados.

Conclusiones

  • La tecnología no es la panacea, ni es un obstáculo.
  • El ecosistema tecnológico debe ser abierto y seguro.
  • El valor reside en el dato.