Hoy en día los sistemas sanitarios se encuentran en proceso de profunda transformación, derivado de la necesidad de hacerlos sostenibles y solventar los retos a los que se enfrentan. Tres son las características que definen la situación actual:

Existe una crisis de evidencia, que se traduce en una variabilidad de resultados en los tratamientos que se les dan a los pacientes. Esta variabilidad es injustificada a igualdad de evidencia científica y de recursos puestos a disposición de los proveedores de salud.

Existe una crisis de valor. Según la OMS, entre el 20 y el 30% de las actividades que se desarrollan en el entorno hospitalario son de no valor, por lo que no aportan nada al proceso curativo de los pacientes

Por último, el paciente demanda información transparente y de calidad. Mucho se habla del empoderamiento del paciente, pero esto sólo puede tener lugar si el mismo posee las herramientas necesarias para tomar parte en las decisiones que afectan a su salud.

¿Cómo nos ayuda la medicina basada en valor a afrontar estos retos?

1. Mediante la medición sistemática y estandarizada de los resultados obtenidos en los procesos asistenciales, tanto clínicos como los reportados por el paciente, seremos capaces de identificar la variabilidad presente y cuestionarnos las palancas que justifican estos resultados dispares entre centros y profesionales
2. Dichas palancas nos permitirán a su vez inventariar aquellas actividades que incluso no aporten valor, sino que incluso estén destruyéndolo (visitas innecesarias, pruebas médicas redundantes, etc)
3. Por último, toda la información generada en los dos puntos anteriores permitirá al paciente disponer de la información necesaria para participar en la toma de decisiones relacionada con su enfermedad, como por ejemplo, la elección de centros o profesionales con mejores resultados.

Más información: https://patientsmartvalue.com

Autor Rafael Palomino Rodríguez

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